sábado, 24 de octubre de 2015

Tormenta

La ciudad se había vuelto gris. Tan gris que cuando Aurora salió del Ambigú sintió que todo el peso del cielo se derrumbaba sobre su cabeza. Intentaba mantenerse fuerte, su decepción era tal que sentía que las personas con las que se cruzaba veían las lágrimas que intentaba mantener en su interior. Las lágrimas que estaban ahogándola, que se habían instalado en su garganta, que la impedían pensar y sentir, que agarrotaban su pecho con la presión de un puño.
Un relámpago iluminó el cielo encapotado mientras atravesaba el parque desierto. Miró hacía arriba intentando encontrar un claro que contuviera la esperanza y mientras oteaba el cielo sin encontrarlo un rayo lo partió en dos. Admiró la belleza de aquella maravilla desde sus ojos cristalinos y dejó que el trueno ensordecedor que lo siguió la derribase por dentro sin remedio. Sonrió con inmensa tristeza, con la tristeza que emerge de las tormentas, que sube del suelo con aroma a hierba mojada e inunda el silencio con la melodía de las gotas recurrentes. Amaba las tormentas, admiraba su capacidad para llegar y arrasar con todo en un instante, con las rocas más fuertes y los árboles más robustos y se dio cuenta de que eso era Celia para ella, una tormenta. Una tormenta que había empapado su piel, que se había colado por el cerrojo que mantenía a salvo su frágil corazón, que recorría sin permiso sus entresijos, sus recovecos, su capacidad para gestionar los sentimientos que tantas veces se había negado y que flotaban en el cauce de los ojos que sinceros habían confesado no haber pensado que abrir aquella puerta arrasaría con ellos. Se culpó por amar, por haberse dejado vencer por la bondad de aquella niña rota que la abrazaba con fuerza buscando auxilio, por haber dejado que la primera sonrisa que Celia le regaló derrumbase el muro que con tanto esfuerzo había levantado. Se culpó y se perdonó al instante y agradeció cada escalofrío que aquella tormenta había provocado y decidió dejar que amainase para volver con el cielo despejado, para volver con el sol radiante de fondo, para volver y comprobar si Celia era una tormenta de verano o un huracán.


La mirada de decepción de Aurora dejó a Celia completamente inmóvil. Sabía que debía seguirla, que debía darle una explicación, que debía calmar los temores que se habían apoderado de sus ojos, pero sintió que si se movía la mentiría, que se justificaría de algo que no tenía justificación y no quiso jugar a hacerse la víctima porque, a pesar de que se había visto casi obligada a aceptar la petición de Petra, sabía que no lo era y Aurora no se lo merecía. Cerró los ojos y sintió como los golpes secos de su corazón contra el pecho tensaban su mandíbula, sintió la rabia invadiendo su interior y se sentó maldiciéndose a sí misma, maldiciendo el porqué que no encontraba a la pregunta que se repetía en bucle en su cabeza; ¿Por qué no corres Celia? ¿Por qué?
--Si la quisieras como crees que la quieres correrías sin dudarlo --dijo el reflejó de su rostro en el té frío que al saberse desperdiciado decidió ser implacable.
--Si que la quiero --respondió enfadada.
--Yo no he dicho lo contrario --sentenció desapareciendo.
Quería a Aurora, estaba segura de ello, la quería de verdad. A ella se lo debía todo, la debía la vida.
--Le debo la vida --repitió en voz alta y comprendió entonces a su reflejo, comprendió a que se refería, comprendió que la gratitud y el amor no son el mismo sentimiento. Quería a Aurora, la quería como nunca había querido a nadie porque nunca nadie había hecho nada por ella. La quería, pero al repetirlo sintió una puñalada en el corazón que le rompió el alma. La quería por lo que Aurora estaba dispuesta a entregar y dudó de si ella sería capaz de entregar lo mismo por ella. La quería, pero no sabía si la amaba, si la amaba como a sus libros, como a sus sueños, como a su libertad.
Salió del Ambigú  y descubrió que, al igual que su interior, la ciudad estaba siendo golpeada por una dura tormenta. Pensó en Aurora, pensó en su pelo empapado, en su ropa mojada, en el dolor que ella la había provocado y se reafirmó en el sentimiento de que no se lo merecía. Tenía que elegir, tenia que hacerlo y eligió a Aurora, eligió su sonrisa risueña, su voz profunda y quebrada, sus manos suaves como la seda y la piel desnuda que la entregaba. Eligió la inmensidad de sus ojos profundos y el olor que se apoderaba del aire de la habitación cuando se soltaba el cabello. Eligió su "Meine Liebe" susurrado y las velas encendidas. Eligió quererla y quería quererla más y se dispuso a echar a Petra de su casa, a explicarle el motivo por el cual no podía quedarse con ella, pero cuando atravesó el umbral de la puerta y vio al pie de la escalera la pequeña maleta que anunciaba que ya había llegado supo que no sería capaz de hacerlo.





8 comentarios:

  1. No se ni qué decirte, me gusta mucho, me duele mucho y me encanta aunque me rompa el alma sentir el dolor de las dos. Gracias. Un abrazo

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  2. Madre mía, lo tuyo es pura poesía, Adriana... Es que me dejas sin palabras... y me alegra poder dejarte comentario por aquí por fin!

    He sentido el dolor y la rendición de Aurora. Ama a Celia, no lo puede remediar. Y esa comparación de Celia con una tormenta. Y cuando se refieres a ella como niña rota... es que me ha encantado.

    Y Celia en su reflexión... preguntándose si la quiere o la ama. Pero me ha destrozado ver que su determinación se quiebra al ver a Petra con su maleta. Aunque me parece de lo más realista, por más que me duela.

    Un 10!!!!!!

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  3. No sabéis lo que agradezco vuestrod comentarios. Estaba muy nerviosa por las reacciones que podría tener que no sea demasiado esperanzador, ni bonito, pero ha merecido la pena el tiempo, el cariño y por qué no decirlo el sufrimiento en el que me he intentado poner, dos veces, por ambas partes. GRACIAS.

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  4. Hola. Poetico, profundo y contundente.
    Me quito otra vez el sombrero del bien que escribes. Yo jamas sere tan buena como tu.
    Es genial de verdad. :)

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  5. Como siempre me quito el sombrero. Y aunque triste es exactamente lo que pienso de celia y de aurora. celia todavia no sabe si realmente ama a Aurora. Aurora en cambio lo esta entregando todo. La ama profundamente y no es capaz de guardarse nada para si.
    En fin haz volcado todo en este paralelo . Felicitaciones.

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  6. Cuando decidí crear mi cuenta en Twitter, lo hice, porque me tropecé en esta inmensa telaraña con la historia de otra (en mi humilde opinión) muy buena escritora, y quise tratar de tener un contacto más directo con ella, para animarla, auparla, a que continuara, a que siguiera explotando su inmensa creatividad. La cree, lo intente y pues, no tuve suerte, no empatizamos lo suficiente, creo que lamentablemente, ella tiene problemas de confianza. De igual forma, admiro mucho su trabajo.

    En fin, como no todo es tal cual se planifica, deje eso a un lado, me encontré con el blog de Ysabel Granger, muy sexys! Jaja, También admiro mucho su talento, y bueno vi el revuelo de Seis Hermanas en las redes, sobretodo lo de Aurelia, y decidí ver de qué iba todo eso, y lo entendí. Te digo, me encanto y me enganche. Luego me encontré con los edit de SharonLiv, ¡hermosos! y de ahí contigo y tu Paralelo. Leí todos lo que tenías hasta el momento, si mal no recuerdo, ibas por “Ella me ha salvado”, y que te digo…

    A partir de ahí, te seguí y te sigo, y lo mejor de todo es que (si eso se puede por twitter) empatizamos muy rápidamente, como si nos conociéramos, como si tuviésemos amistad desde hace tiempo, y ¡me encanto!, amo leer, admiro y respeto mucho el arte, la creatividad, leer entre líneas y me encantan las personas con las que puedo compartir eso.

    Ahora bien, dirás, aja… ¿pero todo esto es para decirme que?... y ese es mi defecto, hablo mucho! Bueno, en este caso, sería escribo…

    Bien, todo esto para decirte, que (como si fuese aun posible) te has superado a ti misma con esta entrada… es tan humana, tan real que entras en ella y te identificas. Una mezcla extraña: corazón a mil revoluciones a pesar de tanta tristeza. Es que, cuando lo leí, provocaba ser, nose, tu vecina, y salir corriendo a tocar tu puerta para abrazarte y luego decirte: ¡Niña! Pero ¡que hermoso que te ha quedado esto! Ven, sentémonos aquí en la acera para contarte unas cuantas historias…

    En vista de todo esto, y por cuestiones de “sanidad mental” decidí no entrar al twitter hoy, y si acaso lo hago, sería solo para agradecer y felicitar a la persona que gestiona la cuenta La Oveja Rosa, por haberte animado a hacer esto, por ver tu talento y pues lograr lo que yo quise y no pude, con la otra escritora que comente al inicio, es que bueno, hasta eso es un talento :)

    Que sepas que me has alborotado el corazón (en buen sentido). Esta entrada para mí ha sido, lo que Celia para Aurora, una Tormenta.

    P.D. La he querido firmar en anónimo, principalmente para ver si logras reconocer quien te escribe, y además, porque tontamente, me dan ciertos nervios publicarla.

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    1. Que bonito. Mantengo tu anonimato pero hay personas inconfundibles. Mil gracias por convertir una palabra en cientos!

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    2. Que bonito. Mantengo tu anonimato pero hay personas inconfundibles. Mil gracias por convertir una palabra en cientos!

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