martes, 24 de marzo de 2020

Cadena de información


CADENA DE INFORMACIÓN


El mundo está siendo atacado desde hace meses por el coronavirus. Todos los países estamos en guerra contra él. La única manera que tenemos de sobrevivir es luchar, quedarnos en casa es la única forma de ganar la batalla. Ataque. Guerra. Lucha. Batalla. 

Estas son algunas de las palabras que más se repiten en los medios de comunicación. Algunas de las que más se repiten en las redes sociales. 

Estado de alarma. Lo están haciendo mal. Lo están haciendo bien. 

¡Ni siquiera ellos saben cómo lo están haciendo!

Esto, no había pasado antes. No con los medios que tenemo ahora. Y hablo de los de comunicación. 

Nos hablan de lo importante que es romper la cadena de contagio. No se me ocurre discutirlo, pero ¿Y la cadena de información? ¿En qué momento debemos romperla? Por supuesto todos tenemos que tener acceso a ella, pero está en nuestra mano decidir la manera de hacerlo. Que la información sea cierta, no quiere decir que automáticamente sea útil. En estas semanas, por nuestras manos, están pasado un sin fin de dudas sobre el verdadero alcance de esta pandemia. Noticias absolutamente devastadoras, imágenes durísimas y un sin fin de elucubraciones y acontecimientos que en nada ayudan a tranquilizar a la población. Enlaces, vídeos, artículos, estudios… Toda la información al alcance de nuestra mano y, queramos o no, es difícil no caer en la tentación de querer hacer a los nuestros partícipes de nuestros hallazgos informativos. 

En los grupos de whatsapp y redes sociales, la información se extiende como la pólvora. ¿Por qué si no se terminó el papel higiénico con esa histeria? ¿Por qué todos nos enteramos que el ibuprofeno era malísimo? ¿Por qué aplaudimos todos a las ocho de la tarde desde nuestras ventanas? ¿O intentamos ser el vecino más guay en busca de un momento de gloria? La información se mueve a toda velocidad, pero no a todos nos afecta de la misma manera. Por eso es importante, a la hora de transmitir la información, tener en cuenta a qué tipo de personas, se lo estamos transmitiendo. 

Centrándonos en nuestra propia responsabilidad, sería importante tener en cuenta qué tipo de información transmitimos a nuestro entorno. Que todos podamos mantener el equilibrio, depende de lo que aportemos o dejemos de aportar a la ola social en la que nos estamos viendo envueltos. Hay determinadas informaciones que lo único que pretender generar es miedo y el miedo nunca ha sido buen consejero de nadie. Cuando tenemos miedo nuestras defensas bajan. Nuestro sistema inmune se vuelve más vulnerable. La cabeza puede jugarnos muy malas pasadas y dependiendo de con qué la estemos alimentando puede mantenernos firmes o terminar de hacernos caer.

La duda constante de si nuestro bienestar y el de los nuestros está a salvo, termina generando en nosotros un miedo real ante algo invisible que sentimos la necesidad de compartir. Pero, ¿qué pasaría si no lo compartieramos? Cuando el miedo se genera de manera individual o por un motivo personal, compartirlo no tiene por qué involucrar a la otra persona, aunque solamos escoger al interlocutor en función de la capacidad que le atribuyamos para empatizar con el temor que les estamos mostrando como si fuera propio, pero ¿si el miedo es generalizado? ¿A quien deberías escoger para aliviar tus miedos? En un estado de alarma como el de ahora, tenemos que tener claro que lo más importante que vamos a tener que hacer, es mantener la compostura. Cuando nos comuniquemos con las personas que nos importan, podemos, evidentemente, hacerles partícipes de nuestros temores, porque teniendo en cuenta el desarrollo de las conversaciones que personalmente mantengo, nada más descolgar, llames a quien llames, va a querer saber cómo estás y qué información tienes. Es normal, podemos darnos información, pero no nos quedemos ahí. No soltemos las noticias, los vídeos, los artículos y un largo etc, en los grupos esperando que los demás entiendan… ¿Qué? ¿Que estás de acuerdo con lo que pone? ¿Que no lo estás? Qué te parece interesante, que te asusta, que es mentira, que es horrible. ¡Comunícate! Aprovecha este momento para hacerlo.

Ahora estamos mucho más en contacto que hace dos semanas, tres, un mes, dependiendo de quién esté leyendo esto, pero todos hemos hecho aparición de una u otra manera en el mundo “social” por lo que todos estamos siendo responsables, en cierta manera, de todos los demás. Si expresamos nuestra opinión estando fuera de control conscientemente, no podremos recibir ninguna información que nos ayude a mantener la calma que necesitamos y por tanto no podremos transmitir la calma que a la vez necesita nuestro entorno. Una bola de caos rueda incluso cuesta arriba. 

El miedo es un mecanismo de defensa que nos mantiene alerta y de ese modo a salvo. Pero en este caso el miedo puede asfixiarnos -que se lo pregunten si no a la mujer del supermercado con la bolsa en la cabeza. Las personas tenemos miedo a lo desconocido, está en nuestra naturaleza, pero no todos somos capaces de controlarlo, por eso, quienes sean capaces de hacerlo, deberían intentar ayudar a los que no pueden, transmitiendo la información de tal manera que se entienda y explicando de qué manera la gestionan para que todos podamos superarlo. 

Adriana Marquina