miércoles, 18 de noviembre de 2015

La esperanza en sí

El recorte del artículo publicado en el periódico, doblado con cariño, llegó a Cáceres, junto a una carta rociada de perfume, casi al mismo tiempo en que llegaba a Madrid otra carta con una pequeña fotografía en la que Aurora había estampado sus carnosos labios.
Ambas receptoras sonrieron contenidas al recibir de mano del cartero el sobre, que más que un sobre, era la esperanza en sí.
Lo abrieron casi a la vez. Celia, apoyada en el marco de la ventana de su habitación, dándole la espalda a una cama que siempre había sido testigo del contenido de su correo y que en aquella ocasión se sintió abandonada. Celia lo hizo consciente de que las cartas de Aurora no podían ser una carta más, consciente de que necesitaban un lugar propio, especial, un lugar en el que al levantar la vista pudiera cruzar la mirada con el mismo horizonte en el que confiaba estuviera perdida la de Aurora. Si cualquiera de las dos hubiera tenido la oportunidad de viajar dentro de aquel sobre, de haber sido la tinta de aquellas palabras cuya caligrafía había sido cuidada con detalle, hubieran podido comprobar que se cruzaron en el camino, que se rozaron sobre la mesa de madera de la oficina de correos de Talavera de la Reina dónde se gestionaba el reparto de las cartas que bajan de, o subían a, Madrid.
Aurora, eligió un pequeño banco de piedra que había pegado a la fachada de la ermita. No por lo que la ermita representaba, si no porque era el lugar más alto del pueblo y aquel pequeño banco estaba orientado en dirección a un Madrid que creía ver a los lejos cuando, esperanzada, achinaba los ojos con determinación y se imaginaba a su Celia asomada a la ventana.


Querida Aurora;
Imagino que antes de leer estas líneas le habrás echado un vistazo al recorte de periódico que me he atrevido a enviarte porque te conozco y sé que te habrás alejado lo suficiente como para que nadie sepa de mí. ¿Has visto lo bonitas que quedan nuestras ideas impresas? Me imagino tú sonrisa, en ella puedo ver el orgullo hacia mi locura. No lo dudé Aurora, he decidido que voy a luchar por las dos, por conseguir nuestro sueño, porque estoy convencida de que si ese sueño se hace realidad, podremos hacer cualquier cosa que nos propongamos. Cualquiera Aurora, incluso estar juntas de nuevo. Había pensado en preguntarte que tal van los preparativos de la boda, preguntarte como es tú vestido, con el que imagino que estarás radiante a pesar de que sé que lo lucirás sin el único complemento que lo haría impresionante, tu sonrisa. Esa que se quedó aquí conmigo para iluminarme los días oscuros, esa que confío vuelva a ti durante los minutos que le dediques a esta carta. Iba a preguntarte, pero creo que no quiero saberlo, aunque si necesitas contármelo hazlo, yo lo leeré y fingiré no haberlo hecho, es demasiado doloroso.
¿Te he contado que he discutido con Don Luis? Es un estirado. No veas la hombría que le ha salido del pecho cuando ha visto que he desobedecido sus órdenes. Cuando ha visto que las mujeres de medio Madrid se han agolpado en la puerta de casa para expresar su descontento con mis palabras, las cuales, como habrás podido confirmar, he firmado con mi propio nombre. Ya no tengo miedo Aurora, estoy segura de lo que quiero, te quiero a ti y si para ello tengo que pasar por prisión pasaré y si tengo que enfrentarme a medio Madrid lo haré. No hay nada que importe más que saber donde debe estar cada sentimiento, y los míos están contigo aunque estés lejos, están con mis derechos, con mi orgullo, con mis ganas de poder responderle a Don Luis que el hecho de ser un hombre no le otorga ya ningún poder sobre mi por el hecho de ser una mujer.
Perdona mi alegato, que sé que te encanta pero que tal vez te remueva por dentro y no quiero hacerte mal. Te iré hablando de Madrid, te diré como sigue creciendo esta ciudad en la que cada vez hay más locos y menos locura. Es una contradicción, lo sé y es algo que a pesar de sentir dentro soy incapaz de explicar mejor. Te hablaré de todo, te mandaré pasquines, cubriré de mi cada palabra para que cuando termines de leerme y te frotes los ojos cristalinos en los que ansió verme reflejada, mi aroma se quede contigo y te recuerde que espero ese susurro tuyo que, me fascina.


Querida Celia. Mi Meine Liebe.
Espero que ese beso que te envío llegue intacto a tu pecho en el que sé lo cobijarás hasta que traspase la piel y te roce el alma. Ese alma al que le falta un pedacito, el que me entregaste grabado en la C de tu pluma y que descansa en mi mesilla. ¿Te cuento un secreto? Cada día arranco una pequeña florecilla y la coloco junto a ella. No frunzas el ceño, es un símil a la esperanza que tengo puesta en ti. Estoy segura de que algún día, sobre tu escritorio amado, plantarás una pequeña semilla que crecerá y llegará hasta mis manos convertida en una novela que lleve tu nombre.
No sé muy bien que contarte, solo sé que tenía la necesidad de escribirte y eso hago. Al menos sigo teniendo el poder de decidir sobre esto. Mi madre, que ni me conoce, ni se esforzará nunca por hacerlo, está histérica, tanto que no sé si la mujer llegará viva a la iglesia. Perdona, perdóname de verdad, no quería hacerte imaginar cosas que ni yo misma quiero ver. Es solo que está volviéndome loca el hecho de que me miren y no me vean, nadie me ha visto jamás como lo haces tú. Tal vez debería haber escrito "como lo hacías" , pero me niego a creer en ese pasado, porque lo que yo siento sigue estando presente y puedo asegurarte que seguirá aquí ocurra lo que ocurra en este pueblo triste y aburrido en el que lo más interesante que ha pasado en estos dos días fue el hecho de que me llamasen para asistir el parto de una vaca. ¡Si! Como lo lees, yo tampoco daba crédito y aunque en un principio me negué no me quedó más remedio que acatar las órdenes de mi padre, que me recuerda al Doctor Uribe pero sin título y al que por no escuchar obedezco, de momento. Fue precioso Celia, puede parecerte una locura y sé que no es nada romántico, pero estoy segura de que te hubiera encantado tener a ese pequeño ternerito entre los brazos, tan frágil y tan lleno de vida a la vez que... ¡No te rías! ¿Ves? Me estoy volviendo loca, iba a comparte con él.
Desgraciadamente tengo que dejar de escribir por ahora y sé que entenderás mi pequeña locura como lo que es, amor sincero, del que no tiene miedo a hablar, del que nadie más entendería, del que se mete en un sobre y me lleva contigo, aunque solo sea durante unos minutos, aunque no sea suficiente, aunque no se pueda tocar, ni se pueda besar, ni se pueda abrazar. Un amor tan puro, que viaja en el susurro que le regalo cada noche a mi ventana para que se cuele en tus sueños y te despierte con la sonrisa de un amor que existe, aún sin hacerlo.



2 comentarios:

  1. Ya pensabas que no te iba a decir nada?

    Pues anoche te escribí un testamento con el móvil, pero como ahí no tengo los datos del blog, no salió. Te libraste de él ;) Afortunada eres chica.

    No se cómo eres capaz de alcanzar a ver sus sentimientos, casi los palpas con los dedos, se huele el perfume de Celia, se ve el beso de Aurora.
    Cómo cuidas los detalles, en Talavera de la Reina, me ha matado que seas tan cuidadosa, y me encanta.

    Vivir un amor en la distancia es duro y hermoso a la vez, saber que en cada letra que le escribes van tus sentimientos mas profundos, tus anhelos y suspiros.
    Apoyarte en el alfeizar de la ventana y escudriñar el horizonte para ver esa mirada que tanto te llena, lanzar un beso al aire convencida de que llegará a su destino.

    No me enrollo más, muchas gracias, no puedes imaginar lo identificada que me siento en este relato.
    Soñar que la tienes contigo y tenerte que conformar con una conversación telefónica que dura horas, y quedarte con el timbre de su voz durante días, que eso te llene.

    Un beso guapa. Hoy eres como la Lunita de Enero que amamos tanto en Segovia.

    ResponderEliminar
  2. Muy delicado y cuidando el detalle, como siempre.

    Ana72

    ResponderEliminar

Si tienes algo que decir, hazlo aquí: