domingo, 22 de noviembre de 2015

Entre tu corazón y el mío

Querida Celia:
No sabes lo feliz que me hizo recibir tu carta. Me encantó el recorte de periódico, yo jamás me hubiera atrevido a firmar nada así con mi nombre y tú sin embargo, y conociéndote, seguro que no lo dudaste un solo instante. No sabes lo orgullosa que estoy de ti, de esa fortaleza que vi en tus ojos opacos el día en que nos conocimos, esa que siempre ha estado ahí y a la que al parecer, ya has conseguido domar.
No tengo muchas cosas nuevas que contarte, la vida en este pueblo, más que difícil, es aburrida. Muy aburrida. La única dificultad es la de vivir sin ti, sin poder verte o tocarte, aunque me han informado de que en el pueblo de al lado vive una mujer, cuyo marido falleció dejándole una inmensa fortuna y una cantidad indecente de tierras, que tiene teléfono y he decidido que el martes de la semana que viene me acercaré por la tarde para ver si me deja utilizarlo porque necesito hablar contigo y poder al menos escuchar tu voz. Si por mi fuera iría ahora mismo, pero mi suerte me abandonó cuando te conocí y la pobre viuda está de viaje y no vuelve hasta el lunes.
Te decía que la vida es aburrida. La gente se levanta pronto, casi con el sol, pero no por necesidad, porque a excepción del pastor, del panadero y de una señora que se pasa las horas asomada a la ventana y que solo sale a la calle cuando ha sido testigo de algo excepcional (aquí, por excepcional, se entiende que Paco en vez de bajar a por las ovejas por la calle de la izquierda, lo haga por la de la derecha y que el panadero, en vez de levantarse a las tres, lo haga a las tres y cuarto) , ninguno tiene demasiado que hacer. Las mujeres más mayores van a misa a primera hora y después se sientan en la plaza a tejer con la esperanza de que los rayos de sol calienten las telas de sus lutos y dejen así de dolerles los huesos, al menos, durante un rato. Los hombres van a las huertas, las trabajan un par de horas y después se acercan hasta la bolera para jugar a la petanca. Ya están todos demasiado mayores para levantar la enorme bola de madera o para que sus temblorosos dedos consigan estabilizar los bolos, así que en vez de rendirse, han decidido cambiar de afición. Te estarás preguntando a santo de qué viene todo esto y en realidad viene a santo de nada, solo que creo que se me está pegando otro de los deportes favoritos de este lugar; el cotilleo. No sabes hasta que punto le encuentran palabras a situaciones que podrían describirse con una sola. Al principio, le preguntaba a la gente donde podía encontrar una fuente o si había posibilidad de recibir algún periódico, incluso pregunté cual era la casa del médico por si necesitaba ayuda, pero desistí tras enterarme de que no solo no tienen médico, si no que además, la fuente esta al lado de la casa de la Paca, la mujer del pastor, cuyo marido se ha debido hacer tanto al monte que la tiene abandonada por completo y por lo cual es el señor Arturo quien se encarga de pasarse alguna que otra noche para consolarla mientras que, su mujer, la de Arturo, ciega la pobre por una infección que casi se la lleva al otro barrio, se pasa las horas intentando recordar como es su casa sin conseguirlo ya que se le olvidan las cosas cada dos por tres.
Disculpa la verborrea, ha sido solo para que puedas hacerte una idea de como es intentar mantener una conversación por aquí, aunque, teniendo a Merceditas en casa, igual podría habérmelo ahorrado.
¿Has sonreído verdad? Casi he podido verlo.
¿Sabes? Todas las noches antes de irme a dormir saco tu carta de su escondite y la huelo. Puede parecerte una locura, aunque estoy casi segura de que tú también habrás besado el dibujo de mis labios mientras deseabas que al cerrar los ojos, ese tacto acartonado, se tornase suave piel, mi piel, la de estos labios que ahora muerdo recordando los tuyos y que te añoran con desesperanza y que, si te sirve de consuelo, aún mantienen la pátina intacta de nuestro último beso.
Mi Meine Liebe, mi princesa, mi mujer con sonrisa de niña y ojos de ensueño, mi escritora, mi luchadora y todos los "mis" que solamente son "tus" . Espero que esta carta te acelere el corazón, que me lleve a tu lado, aunque solo sea un instante, para que puedas sentir de nuevo la caricia de mis dedos sobre tus labios sorprendidos e inmóviles de aquel primer beso que tanto ansiaba y para el que tanto valor tuve que ir acumulando.
Te echo de menos. Te necesito tanto que duele y en ese dolor me he dado cuenta de que mi ventana es insustituible, que la palabra sueños, en plural, ya no existe. Ahora solo tengo uno, uno que se repite cada noche, que sale con el sol y me despierta, que me acompaña ahí donde voy e insiste, que a pesar de su idílica belleza me atormenta. Aquí, el único sueño que existe, eres tú. Te sueño en aquella camilla y te abrazo de nuevo como entonces, pero no estás hundida sino entera, serena y mucho más fuerte que yo. En mi sueño, como en la vida, eres tú quien me salva, porque, aunque pudiera no parecerlo, yo también necesitaba que me salvasen.


Querida Aurora;
¡Que belleza la de tus labios!
He acariciado tantas veces su silueta que podría describir cada una de las líneas blancas que se apiadan del vacío que siento y que hacen de ese beso imposible, algo tan único como apetecible.
Tal vez te estés preguntando por qué en el sobre no puse mi nombre. Pensé que si recibías muchas cartas (si, pretendo escribirte mucho), siempre de la misma mujer, tu familia podría sospechar y no quiero ser la causante de inducir ninguna pregunta comprometedora. Vamos a hacer cosas Aurora, no sé ni cómo, ni cuándo, ni dónde, pero las vamos a hacer y nadie que no deba sabrá de mí; Si allí no quieren que exista, no lo haré, pero eso no me impedirá estar a tu lado. Ya lo tengo decidido.
Aquí están pasando muchas cosas Aurora y no sé si debería contarte las malas o las peores, aunque he de confesar que también he pensado en inventarme una historia con final feliz que te haga sonreír y te mantenga a salvo de mis preocupaciones, pero no lo voy a hacer, porque aunque las probabilidades de que supieras que miento son escasas, mi conciencia no permitiría volver a camuflar sentimientos, tanto ella como yo, hemos aprendido la lección. No me alargo más, sé que el comienzo de este párrafo te habrá encogido un poco el corazón y no es para menos. ¿Recuerdas a Carolina? ¿La mujer de Germán? ¿El dueño de la villa de Paris? Si, digamos, aunque suene extraño y pudiera generan malos entendidos, ¿De la mujer del novio de mi hermana Adela? Pues escapó del sanatorio Aurora. Se escapó y entró en la tienda, con un cuchillo, reteniendo con él a Francisca y a la propia Adela, hiriendo a Germán, amenazando con matar al niño y matarse después ¡Que mal lo pasé! Cuánto eché de menos que pudieras tranquilizarme y susurrarme que todo iba a terminar bien, que, más o menos así fue, pues gracias a Enrique, la policía pudo entrar y detenerla, aunque el pobre Germán aún no está fuera de peligro. 
Esa era, de las dos cosas que quería contarte, la peor. La mala, es que hay alguien haciéndose pasar por mí. ¡Como lo lees Aurora! Escribe en el periódico, reivindica con mi nombre la necesidad de radicalizar nuestras acciones sufragistas y aunque Bernardo está haciendo lo imposible y yo he rogado que no siguieran publicando sin mi consentimiento, no dejan de hacerlo. Dice que quiere dinamitar el Ateneo, dice que ese será el único modo de que nuestra voz sea escuchada. Yo no estoy de acuerdo, la violencia no es buena conversadora, entre el ruido que genera, la razón no puede ser escuchada y se pierde en un laberinto del que es casi imposible salir; el de la ignorancia. 
Ya te contaré como termina esto. Confío en que en mi próxima carta las noticias sean alentadoras, que pueda centrarme en hablar de nosotras para que cuando empieces a leer se te ilumine el rostro en vez de ensombrecerse, para que puedas sentir mi alegría y no mi miedo, para poder hacerte la vida un poco más fácil, para que esa mentira en la que te has aventurado por el amor incondicional que demuestra la excelencia de tu persona, no olvide que la verdad, la única que importa, se encuentra entre tu corazón y el mío. 

3 comentarios:

  1. Hoy si que te ciñes a la triste realidad de desventuras y sueños que tienen ambas. Bueno, a ser sincera, llevas cartas de adelanto. En la serie ninguna, eso al menos hace ver que se comunican.
    Muy bien como siempre. Muchas gracias un abrazo

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  2. Gracias Raquel. Espero que no te creyeras la broma del mensaje anterior que decía que te ibas a apoderar del blog eh? Lo digo por lo escueto del mensaje, que, aunque conciso, me ha sorprendido ;-)

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  3. Otro paralelo brillante, mis felicitaciones y a la espera del próximo paralelo un cálido saludo desde Argentina. Nora

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