lunes, 16 de noviembre de 2015

A veces, un adiós, no tiene por qué ser para siempre

Ver a Aurora entrar por la puerta, esperanzó el corazón de Celia por un segundo. Sabía que había ido a despedirse, pero aún así, sintió en el pecho un alivio que la hizo esbozar una ligera sonrisa. Quería a Aurora, a pesar de todo como la propia Aurora había dicho el día anterior y no podría haber soportado que aquella discusión en el hotel se hubiera quedado como último recuerdo.
Merceditas cerró la puerta, los rostros de ambas le indicaron que necesitaban unos minutos de intimidad y ella se los concedió sin decir nada.
Se miraron y vieron en sus ojos el reflejo del miedo, el reflejo de un adiós que no dejaba ver más allá. Un adiós, tras el cual, el amor luchaba por dejarse ver.
Volvieron a discutir, era algo inevitable, las palabras las quemaban dentro, a Celia sobre todo, que a pesar de haber pasado la noche sin dormir, seguía sin comprender que el compromiso de Aurora fuera la única solución a la ruina de su familia.
Discutieron amándose, con las manos queriendo acariciarse, con los besos contenidos. Se calmaron evitando repetir la escena del hotel, aquel no era un buen recuerdo con el que quedarse, no se lo merecían, su historia, no se lo merecía. Respiraron y comenzaron a soñar como lo hacen las parejas que comienzan, con promesas, con pensamientos venideros, con ilusiones, con el rostro cubierto por unas lágrimas que las tachaban de ingenuas, las mismas lágrimas que salaron sus labios en el beso pasional que selló un adiós inevitable.


Aurora salió de la habitación y Celia quedó encerrada entre aquellas cuatro paredes que le aprisionaron el alma. No podía creerse lo que estaba ocurriendo, lo que estaba viviendo, todo el dolor que estaba sintiendo, el mismo que seguía creciendo con cada pensamiento a pesar de que en su pecho ya no cabía más angustia.


Habló con Diana. Se negó a salir de casa. Se encerró en aquella habitación con el sentimiento de que a aquella despedida le había faltado algo más. Se levantó y se puso a rebuscar entre sus cosas, encontró lo que buscaba y salió corriendo de aquella cárcel. Había tenido una idea, pero a penas le quedaba tiempo.


Mientras Celia corría, Aurora esperaba sentada en un banco de madera que le recordaba tantos momentos buenos que no pudo evitar acariciarlo con la palma de la mano. A penas quedaban diez minutos para que el autobús que la llevaría de vuelta a una vida que nunca más sería la suya, llegase a la parada. Miró a su alrededor y no pudo evitar conmoverse ante las parejas que se comían a besos en unas despedidas que probablemente no fueran como la suya. Para siempre.
Secó la lágrima que resbaló por su rostro demudado y cogió su pesada maleta para acercarse a la fila que los viajeros estaban formando.


-- ¿Es usted la señorita Aurora? --preguntó un joven muy educado colocándose ante ella.
--Si, soy yo ¿Ocurre algo? --respondió Aurora intentado disimular su desasosiego.
El joven no dijo nada, sonrió he hizo un gesto con la mano, como si estuviera llamando a alguien más. Aurora miró en la dirección de aquella señal y se sorprendió al ver como otro muchacho doblaba la esquina de la calle, ramo de flores en mano y se dirigía hacía ellos.
-- ¿Es para mí? --preguntó soltando la maleta, extendiendo los brazos como si esperase encontrar toda la felicidad que se le había escapado entre aquellas flores.
-- Tiene una nota --indicó uno de los muchachos.
Aurora devolvió el ramo, no sin antes inhalar con todas sus fuerzas el aroma de vida que su frescura desprendía. Cogió el sobre y lo abrió con sus dedos temblorosos. La nota, decía así:


A veces los autobuses se retrasan
A veces, es necesario robarle tiempo al tiempo
A veces, un adiós, no tiene por qué ser para siempre.
Meine Liebe
(H 21)

Aurora leyó la nota tres o cuatro veces antes de poder reaccionar. Sentía que el corazón iba a salírsele del pecho, le temblaban tanto las manos que uno de los muchachos, que la miraban como si pudieran sentir su excitación, tuvo que explicarle que dentro del sobre había algo más y que por eso estaba siendo incapaz de volver a guardar la nota.
--Tenemos ordenes de quedarnos esperándola con la maleta y el ramo --dijo el muchacho más alto tras ver el nuevo billete de autobús, con tres horas de diferencia frente al suyo, entre los dedos de Aurora --. Vaya tranquila, su amiga nos ha pagado la mitad ahora y no nos dará el resto si no cumplimos lo prometido, así que corra.


Aurora corrió calle arriba, corrió tan rápido que tuvo que quitarse el sombrero, que aguantar las miradas descaradas de los viandantes que a su paso criticaban aquella premura tan impropia. Le dio lo mismo, ellos no la importaban, ya no, su vida carecería de sentido en a penas tres horas y pensaba aprovechar cada minuto de presente que Celia le había robado a su futuro.


Entró en el hotel, saludó al recepcionista que le devolvió el saludo sonriente, cómplice como siempre, como si fuera a añorar sus visitas y subió las escaleras de dos en dos hasta llegar a la puerta de la habitación número veintiuno, hasta su habitación. Respiró, llamó y sin esperar, abrió la puerta. Dentro, una Celia semidesnuda, esperaba sobre la cama con dos copas de champan en las manos.
-- ¿Quieres matarme? --preguntó Aurora con la sonrisa plena de quien consigue olvidarse del mundo.
-- No. Quiero que sea el tacto de mi piel lo que te mantenga con vida --respondió Celia alzando la copa, brindando con Aurora, dejando que las burbujas de aquella pócima mágica que en realidad no tenía nada que celebrar, arrastrasen los nudos de sus gargantas.


Las cortinas estaban entrecerradas, la intensa luz de aquella mañana fría y soleada, entraba a través de ellas cubriéndolo todo con un resplandor dorado que hacía que aquello pareciera un sueño. Pero no lo era, no en aquella ocasión, no todavía.
Aurora cogió las copas, las dejó sobre la mesa y dejó que su abrigo cayera al suelo. No tenían tiempo que perder, ambas querían aprovechar cada segundo, tenían mucha piel que recorrer y ninguna estaba dispuesta a dejar un solo centímetro sin cubrir a besos. Todo iba demasiado rápido, con la rapidez que da la pasión descontrolada, esa que se deshace de la ropa sin remilgos, que te eriza antes incluso de comenzar, que entrega en un segundo el cuerpo, el alma y la vida. La pasión que cuando se ama intensamente, es la ternura pura.


Aurora se sentó en el borde de la cama, ofreciéndose como asiento al cuerpo desnudo de Celia que obedeció con el único fin de saciar el clamor de aquellos labios contenidos a los que entregó sus pechos palpitantes. Clavó en la espalda erguida las uñas, asiéndose a aquella montura que comenzó a balancearse borracha por un amor que al fin la venció dejándola recostada mientras Celia dibujaba con las manos sus hombros, sus pechos, su vientre en el que se apoyó para entregar su cadera ardiente. Sus ojos se cruzaron, de nuevo en la misma estrella fugaz y todo se paralizó un instante. El instante justo en el que los deseos se comparten. Sonrieron, en sus labios se dibujó la línea de la felicidad que se escapa y Celia se recostó sobre Aurora para mantenerla con ellas un poco más. Sus bocas se encontraron, sus lenguas, tan húmedas y cálidas como sus labios, se fundieron en unos besos que trasladaron los latidos de sus corazones enloquecidos. Celia se perdió en el cuello de Aurora y midió a besos la longitud de su torso. Se perdió en su ombligo y recordó que a sus pies yacía la botella de champán. La cogió con cuidado y vertió en aquel agujero de vida unas gotas frías que removieron a Aurora y que bebió con pasmosa habilidad. Repitió el gesto, tenía sed, tanta, que en ese segundo intento, rebosó el vaso aterciopelado provocando que el liquido recorriera la ligera curva del vientre de Aurora y se perdiera entre el vello de su pubis entregado. Dejó la botella, vació con un beso absorbente el ombligo y recogió con la lengua los restos que, sobre la piel, brillaban como el camino de baldosas amarillas que ellas aún no conocían y que al igual que en aquella futura historia la condujo hasta un lugar con joya propia. Cambió el sabor amargo por uno dulce y, aunque podía parecer imposible, por una suavidad mucho más exquisita y delicada. Se perdió en ella, tanto, que Aurora no pudo evitar cubrirse el rostro con una de las almohadas que, abandonada, volvió a sentirse útil mientras se despedía del cabecero de la cama. Celia sonreía, Aurora no podía verlo, pero sintió el aliento cálido que se escapó de aquella sonrisa confiada. Mordió la almohada, curvó el pecho y en un golpe seco que intentó controlar sin conseguirlo, sacudió su cadera saciada.
--¡Al final vas a matarme! --susurró bajo la almohada que Celia apartó satisfecha.
-- Murámonos las dos entonces --respondió sujetando la mano derecha de Aurora que descansaba mecida en el vaivén de su vientre aún agitado para guiarla hasta su cintura, para deslizarla por ella y mostrarle el camino que llevaba directamente a la intersección entre su vientre y su sexo.
Aurora se elevó ligeramente dejando que su codo izquierdo cargase con el peso del cuerpo que sentía liviano y la besó despacio, marcando con sus labios el avance de su mano, delicado, sutil y tan apasionado que Celia no pudo resistirse al tacto de aquellos dedos que la recorrieron entera, que traspasaron la línea de la cordura, de la realidad y de nuevo de la misma vida que creyó perder entre gemidos, que intentó mantener dentro a mordiscos, que recuperó en la sacudida que su corazón provocó en su pecho cuando ya creía haberlo parado para siempre.


Se miraron rendidas, con los ojos encendidos, con los labios aún doloridos buscando la clave del tiempo en los besos que aún pudieron robarle a un reloj que anunciaba el fin de aquel presente, del reloj que anunciaba el futuro. Un futuro en el que vivirían del recuerdo de aquellas sábanas, de su banco de madera, de la ventana de los sueños, de las cartas que Aurora juró escribir y para las cuales Celia le hizo entrega de su amada pluma.
Un futuro, que se alimentaria del recuerdo de su Meine Liebe, siempre, susurrado...

11 comentarios:

  1. Estoy muerta, absolutamente. MUCHAS GRACIAS por este respiro. Hoy no tengo palabras porque estoy llena de lágrimas de ternura y la emoción de la pasión y entrega que sienten ellas.
    Si soy capaz mañana te diré algo más, pero es que tengo que leerte de nuevo maja, porque si no, no te haré justicia.
    Puedes estar mas que orgullosa de lo que has escrito, no me has decepcionado nada.
    Al final moriré como Aurora de emociones, aunque no sean pasionales y maravillosas como las suyas con Celia, pero sería un placer que fuera por leer ésto.
    Un millón de abrazos enormes y muchos besos.

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    1. Ya sabes lo que opino. Todo dicho y agradecido! Gracias siempre!

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  2. :''''''''( ¡¡¡ Sin palabras !!! Simplemente perfecto, como siempre. Me ha gustado que hicieras la despedida en el hotel, la última vez que lo hacen (esperemos que no sea la última). Me ha salido alguna lagrimilla y todo. No se cómo lo haces pero siempre consigues que tus palabras me lleguen al alma, aunque sea muy cursi decirlo es la verdad. Pero me pregunto, ¿qué vas a hacer ahora? ¿Vas a seguir escribiendo sólo sobre Celia, sobre las dos o no vas a seguir escribiendo? A mi me gustaría que escribieras sobre las dos, pero lógicamente tú decides. Por cierto, ¿tú crees que volverá Aurora? ¿o que le pondrán otro novio/a a Celia? Espero que me respondas jeje Un saludo, besos :D

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    1. Si encuentras las respuestas a todas esas preguntas mándamelas jejeje muchas gracias por tus palabras. Me encanta que te guste y que dejes constancia de ello.
      No sé que voy a hacer, quiero ver por donde van los tiros con Celia, aunque algo me ronda la cabeza ;-)

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    2. Me da a mí que esas respuestas solo las tienen los guionistas y la propia Luz, pero nosotros podemos ayudar a cambiarlas jajajaj y nada, es lo menos que puedo hacer, como ya te he dicho tienes un don, un arte que pocas personas tienen. Y nada, a ver cómo sigues y cómo sigue la serie. No es por meterte presión pero molaría muchísimo que escribieras algo de Aurora, pero en fin, es tu blog no el mio jajaj aunque de todas formas no lo hagas estaré igual de feliz por que sigas escribiendo.Y nada, a ver cómo desarrollas eso que te ronda por la cabeza :) Un beso

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  3. Creo que solo pocas palabras para describirlo: perfecto, sensual y magnifico.

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    1. Yo usaré alguna más para agradecerte que me leas y que lo describas con tres palabras tan maravillosas. Muchas gracias, de corazón!

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  4. Enhorabuena! Más alegrías recibimos en leerte que en ver la serie, cuenta desgracia se inventan caray! Si los guionistas aniquilan Aurelia, me gusta pensar que alguien va a escribir una bella novela retratando lo mejor de estas dos (estilo spin off) y no quiero ponerte semejante carga sobre tus hombros pero eres persona idónea. En fin, mientras tanto me encanta leerte y gracias por las alegrías.

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    1. Muchas gracias tocaya por pensar en mi para tan honrosa tarea. Veremos como continuamos con estos lares. Me permitiré alguna... alegría. estad seguras

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  5. Esta debió ser la escena final en la serie pero bueno leerla aquí ha sido igual de satisfactorio. Ya sabemos que el dolor va a hacer crecer a Celia así se estipula el sufrimiento de un corazón roto y por otro lado todo ha sido muy fino y delicado :o)

    Imagino que lo que esperas a ver es que venga¿ Victor (ia) Dumas?

    Ana72

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    1. Espero muuuuchas cosas jeje , pero el Paralelo no cambiará de nombre. Venga quien venga ;-)
      Gracias por leerme.

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