domingo, 10 de enero de 2016

Un huerto en el cielo

El relato que dejo a continuación, NO es del paralelo, pero me apetecía compartirlo. Fue el más votado del II Concurso de Microrelatos Letradepalo y a pesar de que no ganó, lo publicaron. Cuando lo leáis sabréis porque es tan importante para mi. Espero que os guste y que lo tratéis con, al menos, la mitad de cariño con que lo creé yo.  


Ahora que puedes estar en cualquier lado, te habrás enterado de cosas que ninguno te habría contado. Pero hubiera dado igual, tú siempre lo sabías todo aunque no dijeras demasiado, tus ojos tenían esa peculiaridad, solo había que saberlos mirar. Aun así, prefiero asegurarme y acelerar mis latidos para contarte que tu nieta esta preciosa, que tiene el pelo alborotado y una sonrisa embaucadora con la que podría conseguir todo cuanto se propusiera. Canta, baila y pinta con tanta pasión que parece que comprende que ha nacido en un mundo de locos. ¿Qué mundo cuerdo hubiera dejado de este modo, a una niña sin su abuelo? Está aprendiendo a hablar en inglés y por su lengua, aún de trapo, se escapan los colores y los números de esa manera casi compulsiva, sin sentido y sin embargo con tanta seguridad que has de creerte que detrás de el seis, va un ocho, al que le sigue un diez que se ha perdido. Los libros que adornan la mesa del salón, siguen siendo intocables, son los libros que su abuelito dejó para ella. Dos tomos antiguos de un diccionario entre cuyas hojas, seguramente, se habrá secado más de una rosa. La miro, estamos jugando y la miro; el crepitar de la chimenea alberga tus gritos por no poder sentarte a nuestro lado. Las piezas del puzle van encajando sobre la alfombra con letras que nos aíslan del frio suelo que cubre el salón de la casa. Las piezas del puzle encajan y sin embargo, yo, no entiendo nada.

No entiendo por qué te cuento cómo es tu nieta, si tú la cuidas todos los días desde tu huerta, esa que, estoy segura, te has montado en el trocito de cielo que, injustamente, te habrá tocado. Creo que debería hacer un cambio en el guión y contarle a mi sobrina que su abuelo era un excelente cuenta cuentos que, en las noches de insomnio infantil, se sentaba en nuestra cama y conseguía hacer que un pequeño burro pudiera volar y que, con su mano áspera en la espalda, conseguía hacernos soñar.
Debería hacerlo y no puedo, mis mejillas se llenarían de orgullosas lágrimas que no me dejarían hablar y, aunque él las recogiera, no sabría como explicarle a una niña de tres años que echo tanto de menos a mi padre, que no soy capaz de hablarle de su abuelo. De un abuelo al que devolvió la alegría que los años y la rutina habían ido arrebatando, justo a tiempo para haberlo podido disfrutar como ambos merecían. De un abuelo que empujaba orgulloso tu carrito de bebé mientras te contaba, siempre en secreto, todo cuanto no se atrevía a contarle a nadie más. Le sonaban las rodillas al subir o bajar las escaleras, un sonido que hacía que me sintiera protegida cuando aún dormida le escuchaba volver del trabajo; cuando seas un poco más mayor, te pondré como ejemplo las mías, es un soniquete que he heredado. Era capaz de arreglar cualquier cosa y sin embargo, a pesar de ser electricista, nuestras lámparas eran dos cables colgando del techo que mantenían sujeta una desnuda bombilla que, asustada, parecía luchar por no caer. Fiable y amable, y aunque comprensivo, tenía esa voz poderosa que solo tienen los padres, esa que tu nunca oíste, porque para ti, se inventó otra voz, esa que solo puede tener un abuelo. Te hablaría de él, pero aún no puedo, se me pone un dolor en el pecho y tengo que sujetarme el alma, pero como no soy capaz de hacerlo y no permitiré que lo olvides, utilizaré la herencia que su labia me dejó, para contarte el cuento de un hombre, que un huerto en el cielo plantó.

Adriana Marquina

2 comentarios:

  1. La emoción en los ojos, la garganta y el pecho. Qué suerte tener esa herencia, que hermosa la emoción que sientes. Un recuerdo así del padre que se fue tan temprano es doloroso y a la vez te impulsará en la vida a cumplir tus metas.
    Mucha suerte tiene tu sobrinita de tenerte a ti y de que seas capaz de transmitirle todo lo que es tu padre. Y hablo en presente, porque vive en ti y en toda la familia.
    Un enorme abrazo lleno de admiración por ser capaz de plasmar estos sentimientos. Raquel

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  2. Ahora lo veo Raquel. Muchas gracias por tus palabras, no es fácil, pero sé que está. Un besazo.

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