jueves, 26 de mayo de 2016

Querido diario

Del puchero que Merceditas había llevado hasta Arganzuela no quedó absolutamente nada. Con la excusa de que con el estómago lleno se piensa mejor, el inspector Velasco terminó hasta con la última gota de salsa. A Celia, generosa por naturaleza, no le importó en absoluto, ese hombre estaba haciendo mucho por encontrar al asesino del Talión y entendía que no tuviera ocasión de comer algo tan delicioso muy a menudo aunque, si estaba siendo tan amable con él, en realidad era porque aun conservaba la esperanza de que le ayudase a encontrar a Aurora. Todo el tema de los anónimos, de los asesinatos y de la búsqueda del sospechoso adecuado ocupaba todo el tiempo del Inspector pero Celia estaba segura de que después se centraría en encontrar a la mujer que seguía protagonizando cada uno de sus sueños.
--Creo que va siendo hora de que me vaya señorita. Muchas gracias por invitarme a cenar, la verdad es que estaba delicioso.
--Inspector... ¿Podría pedirle un favor antes de que se vaya?

Velasco, que sentía que había conectado con esa mujer de una forma muy especial, aceptó encantado la propuesta de la maestra. Él pensaba mejor después de haber comido, ella lo hacía paseando de noche por aquel pueblo desde el que no se escuchaba el barullo de la ciudad pero, con todo el tema de los anónimos no se había atrevido a hacerlo sola y le pidió a aquel hombre que la acompañase, la única condición que puso fue que se mantuviera a unos metros de ella. No quería parecer descortés pero necesitaba andar sola aunque en realidad no lo estuviera y aunque no confiaba mucho en que el inspector lo comprendiera, si que lo hizo.

El reloj marcaba las once cuando salieron de casa. En las calles de Arganzuela no quedaba nadie, a pesar de la fama que le daban a aquel lugar era un barrio humilde de personas que se pasaban el día trabajando y que por la noche lo único que deseaban era encerrarse en sus casa y descansar.

El primer lugar donde paró Celia no fue otro que la casa de socorro. Las obras ya estaban muy avanzadas y casi pudo ver como Aurora sonreía a su lado al comprobar que aquello ya no era un montón de ruinas. Sintió en el pecho el orgullo de la batalla ganada y con esa sensación de triunfo siguió andando. Ella sabía bien donde quería llegar y no dudó en dar un par de vueltas innecesarias antes de llegar a la entrada del callejón en el que esperaba encontrar a las únicas personas con las que podía desahogarse sin miedo.
--¿Ya sabe usted lo que esta haciendo? Le juro que si ahora mismo me dice que la lleve yo de vuelta a casa no sabría hacerlo.
--Si, no se preocupe, Arganzuela es un poco complicado pero se perfectamente donde estoy. ¿Le importaría esperarme aquí un momento? Le prometo que no tardaré.

Velasco que asintió mostrando una entereza que no sentía, se quedó apoyado en la esquina con un ojo puesto en el callejón, el otro en la calle y la mano en un arma que no había utilizado nunca pero que le daba seguridad y, porque no decirlo, un halo de misterio que a ojos de sí mismo debía hacerle parecer aun más atractivo.
Mientras el inspector fanfarroneaba consigo mismo, Celia sujetó fuerte la aldaba dorada de la puerta y golpeó esperando a que le pidieran la contraseña. 
--¿Es usted parte de nuestro...? --preguntó una voz que para ella ya era conocida al otro lado de la puerta.
-- Ejército --respondió Celia para completar aquella pregunta que la otra vez completó con "rebaño" y que hizo que la puerta se abriera para ella.
--¡Celia! ¿Qué haces por aquí a estas horas? Es muy tarde para que andes sola por la calle, podrías haberle dicho a Adriana que te acompañase --dijo Lanas al verla entrar y darse cuenta de que nadie iba con ella.
--No te preocupes, no quería molestarla, sé que últimamente tiene muchas cosas en la cabeza, además, el inspector Velasco me espera fuera. ¿Dónde están las demás? --preguntó al ver el local vacío.
--¿Dónde crees tú que pueden estar? --respondió Lanas invitándola a sentarse.
--Lo cierto es que no lo sé, todo este asunto del asesino del Talión me tiene muy preocupada pero al menos me mantiene distraída. Desde que Clemente se llevó a Aurora no puedo dejar de pensar si estará bien y aunque pueda sonar irónico esto hace que siga sintiéndome viva pero hoy no aguantaba más y bueno, he pensado que quizá vosotras sabríais algo de ella. La policía no hace nada, Bernardo tampoco consiguió ayudarme y Velasco... Velasco dice que lo hará pero de momento tiene que encargarse de este otro asunto.
-- Precisamente porque sabemos que para Velasco es prioritario encontrar al asesino del Talión no hay nadie aquí.
--No comprendo.
--Están todas buscando a Aurora.
--¿De verdad? --preguntó Celia clavando sus ojos en los ojos de aquella mujer que sin dudar un ápice asintió con la cabeza.
--Vosotras os convertisteis en los ángeles de la guarda de las mujeres de Arganzuela y cuando pasó lo de Clemente decidimos que nosotras seríamos los vuestros. Nos pusimos a buscarla casi de inmediato pero hemos estado sin saber de ella hasta hace unos días.
--¿Sabéis donde está? --preguntó esperanzada.
--No exactamente. La tropa andaluza nos comunicó que la semana pasada oyeron rumores de que estaba por Sevilla solo que cuando llegamos hasta allí ya se había ido. Ahora estamos pendientes de Málaga, creemos que es su próximo destino pero con Clemente nunca se sabe, está siendo muy cauteloso y ha aprendido como borrar sus pasos aunque al parecer ha reservado un hostal en Valencia para mediados de Junio.
--Y... ¿Sabéis si está bien?
--Por lo que hemos podido averiguar sí. Clemente, dentro de lo que hizo, parece estar cumpliendo lo que le dijo a su hermano.
--No sabes cuanto me alivia saber esto --dijo casi al borde de la lágrima --. ¡Aunque no sé qué ha podido perder Clemente en Málaga la verdad y mucho menos en Valencia!

La incertidumbre se apoderó por un momento de su expresión.

--Lo cierto es que no lo sé y no voy a ser yo quien juzgue los actos de un loco pero, ¡ya podía tumbarse un ratito sobre los campos de Valencia a ver las nubes pasar! --respondió Lanas desconcertándola por completo mientras se reía de algo que Celia no alcanzaba a comprender.
--Tengo que irme --dijo riéndose sin saber bien de qué por pura empatía--, no quiero que Velasco se preocupe y descubra este lugar pero prométeme que me informaréis si averiguáis algo más.
--No te preocupes Celia, si descubrimos algo nuevo le diré a Adriana que te informe de inmediato.

Cuando Celia salió del callejón, Velasco, que estaba desprevenido, se asustó y a punto estuvo de apuntarle con el arma aunque gracias al grito de la Silva pudo frenar el brazo a tiempo.
--¿Regresamos?
--Cuando usted guste pero... ¿Puedo preguntarle que hay detrás de esa puerta?
--Poder puede, otra cosa es que vaya a responderle --dijo Celia emprendiendo el camino de vuelta con Velasco de escolta sonriendo por la respuesta de la maestra que, no podía negarlo, le tenía embelesado.

El camino de regreso lo hicieron completamente en silencio; Velasco porque iba haciendo sus propias elucubraciones, Celia porque estaba pendiente de que el cielo decidiera desprenderse de alguna estrella a la que poder pedir un deseo.
--Gracias por acompañarme y siento que se haya hecho tan tarde --dijo Celia al llegar de nuevo a la puerta de casa.
--No se preocupe, estoy acostumbrado a pasar las noches en vela, digamos que mi trabajo no da pie a descansar mucho.
--Imagino.
--Aproveche usted que si que puede. Mañana nos vemos si le parece bien.
--Me parece perfecto --respondió antes de entrar en casa mientras Velasco descendía las escaleras de la corrala.
Querido diario:
He vuelto al local al que nos llevó Adriana a Aurora y a mí hace unas semanas. Algo me decía que esas chicas no nos habían abandonado y no me equivocaba. Según Lanas han visto a Aurora por Sevilla y estaba bien, creen que ahora pueden estar dirigiéndose a Málaga y que seguramente despúes paren en Valencia, me ha prometido que me informará si se enteran de algo más. Es un alivio saber que le importa a alguien más que a mí. Saber que aunque estemos separadas no estamos solas, saber que están pendientes de ella en casi todas las ciudades de España y que también están pendientes en otras partes del mundo por si a Clemente le diera por huir de aquí. Me hace inmensamente feliz saber que si algún día consigue regresar o consigo encontrarla tendremos un lugar al que acudir cuando necesitemos ser libres. Esas chicas nos regalan eso, nos regalan la posibilidad de no tener que mentir, de no tener que fingir, de ser quien somos de verdad, de amar sin imposiciones. Lanas me ha dicho que ellas son nuestros ángeles de la guarda y por lo poco que he visto y lo mucho que he sentido debe de ser verdad. Hoy el cielo ha decidido que no le sobraba ninguna estrella pero... ¿Quién quiere estrellas que desaparecen en un abrir y cerrar de ojos teniendo a su disposición a un ejército al que le sobra amor para luchar contigo pase lo que pase?
Adriana Marquina

4 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Precioso Adriana cada vez que escribes un paralelo siento que soy yo la que está dentro te superas con cada historia

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  3. 😄Me encantó!!! Y tené por seguro que siempre estaremos para cuidar de cualquier oveja del rebaño. No por nada somos el ejército más unido del mundo formado por ovejas del mundo, y que éstas dos mujeres han conseguido hacer más fuerte y valiente cada día

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  4. Gracias por otro grandísimo paralelo. Un abrazo

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