sábado, 24 de febrero de 2018

El tiempo que.

Liencres  24-Febrero-2018

Es maravilloso escuchar y ver el mar.
Siempre tan imponente.
Esté en calma, o agitado como hoy.

Su color verde guarda la esperanza del regreso de todos los que lo surcan. Sean hombres o mujeres, porque el mar, no hace distinciones.

Es lo más libre que existe.
Nadie puede atraparlo.
Nadie puede pararlo.
Nadie puede decirle lo que tiene que hacer o donde tiene que ir.

¡Qué envidia!

Puede hacer lo que le venga en gana.
Si quiere comerse una ciudad se la comerá.
Tarde los siglos que tarde.
Ya lo ha hecho en otras ocasiones.

Si mañana decidiera comerse la duna en la que estoy sentada, podría hacerlo sin problema.
Llevarse la arena.
Devolverla al fondo del que la desterró una vez.

¡Tú vas a ser mi duna!
Voy a convertirme en mar y te voy a comer entera.
Tarde los años que tarde.

Quiero tu arena.
Tus matorrales.
Tus arbustos y cada una de las hierbas que lucha por sobrevivir bebiendo del agua salada que trae el viento.

Voy a ser una ola lenta.
Esa que te mojará los pies cuando observes desde tu segura orilla el horizonte azul mientras tu mirada golpea el muro de nubes que hay al fondo.

No te asustes porque no voy a ahogarte.

Dejaré que te metas despacio cuando llame a tu puerta.
Todo lo despacio que necesite entrar tu piel desnuda.
Tardes el tiempo que tardes.

Seré azul.
Calma.
Marcaré con boyas el camino seguro y las moveré cuando quieras salirte de él, porque tu brújula, no tiene norte.

¡El mar!
¡Cuántas ideas trae en su melodía!
¡Cuántas se lleva en la blanca espuma de sus inquietas olas!

Somos ciudades sin mar.

Orillas sin arena.

Arena sin grano.

Sal.


Pero no te alejes.


Adriana Marquina

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